¿Cómo puedo empezar a SANAR? ¡Aquí te contamos 5 tips!

Como todos sabemos, la sanación emocional es un trabajo interno. De nada sirve vestir la mejor apariencia y tener el alma en pedazos. Por eso, siempre recomendamos que lo hagas de la mano de psicólogos o psiquiatras especializados en el tema que necesitas sanar. Sin embargo, ver contenido relacionado a aquello que necesitas curar también puede ser una buena alternativa. Gracias a la información del doctor Eric R. Maisel Ph.D., aquí te mostramos 7 recomendaciones para empezar a sanar.

1. Olvida el pasado

No tenemos un control tan completo de nuestro ser como para evitar que vuelvan los puntos dolorosos del pasado. Tienen una forma de molestarnos en forma de sudores ansiosos, pesadillas, tristeza repentina y oleadas de ira o derrota. Sin embargo, podemos intentar exorcizar el pasado no siguiendo nuestra tendencia humana a revolcarnos en él. Debemos decirnos a nosotros mismos que debemos seguir adelante y decirlo en serio. Si tienes un apego secreto a la miseria, te sentirás miserable. Lo mejor que puedas, imperfectamente pero con verdadera energía, deja ir el pasado y olvidarlo.

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2. Despídete de aquello que no te deja dormir ni estar tranquila o en paz

La ansiedad desenfrenada arruina nuestro equilibrio, colorea nuestro estado de ánimo y hace que todas las tareas de la vida, ya de por sí duras, sean mucho más difíciles. Hay muchas estrategias de gestión de la ansiedad que puedes probar –técnicas de respiración, técnicas cognitivas, técnicas de relajación, etc.-, pero lo que marcará la diferencia es que localices ese «interruptor interno» que controla tu naturaleza ansiosa y, decidiendo que prefieres vivir más tranquilo, lo pongas en la posición de apagado. Con un solo gesto anuncias que ya no vas a dramatizar en exceso, que ya no vas a catastrofizar, que ya no vas a vivir una vida temerosa ni a crearte una ansiedad innecesaria.

3. Haz algún pasatiempo nuevo que distraiga tu mente y te haga crecer

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4. Armoniza los espacios donde vives

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5. Controla tu mente

No hay nada que cause más malestar emocional que los pensamientos que tenemos. Debemos hacer un trabajo mejor del que solemos hacer para identificar los pensamientos que no nos sirven, rebatirlos y exigir que desaparezcan, y sustituirlos por pensamientos más útiles. Pensar en pensamientos que no te sirven equivale a servirse de la angustia emocional. Sólo tú puedes conseguir controlar tu propia mente; si no haces ese trabajo, vivirás angustiada.

6. Mejora tu personalidad

Puede que no seas la persona que te gustaría ser. Es posible que esté más enfadado de lo que le gustaría, que sea más impulsivo, más disperso, más autosaboteador, más indisciplinado, más asustado. Si es así, necesita una mejora de su personalidad, que por supuesto sólo usted puede proporcionar. Elige un rasgo de tu personalidad que te gustaría mejorar y pregúntate qué pensamientos se alinean con esta intención y qué acciones se alinean con esta intención. Entonces, piensa en los pensamientos apropiados y lleva a cabo las acciones necesarias. De esta manera te conviertes en la persona capaz de reducir tu malestar emocional.

7. Sana tu autoestima y comienza a amarte incondicionalmente

Debes ser tú mismo. Esto significa pedir lo que quieres, establecer límites, tener tus propias creencias y opiniones, defender tus valores, llevar la ropa que quieres llevar, comer la comida que quieres comer, decir las cosas que quieres decir, y de otras cien maneras ser tú y no alguien pequeño o falso.

Vienes con atributos, capacidades y proclividades y estás moldeado en un determinado entorno. Pero en algún momento debes decir: «Vale, esto es lo que es original en mí y así es como me han formado, pero ahora ¿quién quiero ser?». Reduces tu malestar emocional decidiendo convertirte en una persona que experimentará menos malestar emocional: una persona más tranquila, una persona menos crítica, una persona menos egoísta, una persona más productiva, una persona menos autoabusiva, etc.

Parte de nuestra naturaleza requiere soledad, tiempo a solas, y un sustancial individualismo rudo. Pero esta no es toda la historia de nuestra naturaleza. Nos sentimos más felices, más cálidos y mejores, vivimos más tiempo y experimentamos la vida como algo más significativo si amamos y nos dejamos amar. Debemos ser individuos (véanse los consejos 1 y 2), pero también debemos relacionarnos. Hacer ambas cosas, ser nosotros mismos y relacionarnos, requiere que reconozcamos la realidad de los demás, que incluyamos a los otros en nuestros planes, que no sólo hablemos sino que escuchemos, y que nos hagamos aptos eliminando nuestros defectos más atroces y creciendo.